La familia ideal solo existe en los cuentos de hadas, los sueños y la imaginación. Tener o crear la familia perfecta está muy lejos de la realidad. La visión de la llamada “familia normal” es subjetiva, filtrada por estereotipos y/o normativas culturales que la describen desde una óptica ideal, como un sistema libre de problemas. Esto, sin lugar a duda, se ha normalizado a lo largo de la historia, dejando en la oscuridad el funcionamiento familiar ante la adversidad. Es incorrecto adoptar la premisa de que toda dificultad es síntoma de un gran problema y, por ende, calificar a la familia como disfuncional por estar expuesta a eventos estresores, bien sean propios o por circunstancias ajenas.
La familia como sistema, es decir, como un conjunto de personas que se interrelacionan y crean una unidad, busca superar sus tensiones y adaptarse a los cambios que son parte de la vida. Ninguna familia está libre de problemas. Las adversidades y desgracias nos golpean a todos de distinto modo y en diversos momentos del ciclo vital y, por ello, lo que distingue a las familias sanas no es la ausencia de problemas, sino su capacidad para superarlos y resolverlos, utilizando a manera de protección unos “recursos” que se han guardado a través del desarrollo y la evolución para los momentos de crisis, de tal forma que pueda recuperar nuevamente el equilibrio o su nivel de funcionalidad. Cada crisis, sin duda, es un desafío para la familia poniendo a prueba sus competencias y virtudes en función de ser más resiliente, pues esto es lo que la resiliencia significa: la capacidad humana para adaptarse frente a la adversidad.
No hay una mejor manera de resignificar la historia familiar que contándola, describir la secuencia de sucesos en una línea del tiempo para hacer manifiesta la respectiva trama en la que todo se enlaza y gana identidad...
Prologo del libro: EL CORAJE VENCIENDO LA ADVERSIDAD, historia de una mujer resiliente.